
Sentirme parte de la gran familia de la Madre Cándida me
compromete cada día más a ser mejor persona y sobre todo asumir con
responsabilidad el compromiso de bautizada y al mismo tiempo como miembro de este Cuerpo ser
espejo del Carisma en todo momento y en todo lugar.
En la celebración de ayer, donde Arisleida hacia la
renovación de sus votos, al escuchar tantas personas que le aconsejaban sobre
cómo tratar de mantener la fe y perseverar en su vocación y sobre todo al
escuchar el niño (con menos de 7 años) que le aconsejaba seguir viviendo en la misericordia
me sentí llena de alegría, porque a pesar de estar en esta realidad tan
desafiante veo que todavía quiere ser monja. En estos casi cuatro años he
aprendido a quererla y valorar sus virtudes y acompañarla en sus limitaciones.
Es una bendición ser testigo del gran amor de Dios que se
manifiesta en la llamada y los dones que nos regala; por lo que de alguna
manera en esta reafirmación de su vocación
religiosa, me siento invitada a fortalecer mi compromiso de
cristiana.
Bendecida eres Arisleida, que a pesar de estar inmersa en
esta realidad convulsionada sigue diciendo Si al llamado de Dios Padre,
llevando el deseo en tu corazón de ser parte de su reino. amando y sirviendo como Jesús.
Muchas felicidades y muchas bendiciones siempre.
Lucia Guzmán
Guachupita 17 de julio
2016
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