Con motivo de celebrar el día del Maestro y la Maestra nuestra hermana Oliva Hernando, recibió un reconocimiento de la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra (PUCMM), en la cual realiza su tarea educativa desde hace muchos años.
Celebremos junto a ella la satisfacción que nos da el bien realizado con dedicación y esmero, "Buscando en todo la Mayor Gloria de Dios y el Bien de los Prójimos".
Semblanza
de Oliva Hernando
El
justo florecerá como la palmera;
Crecerá como cedro en el Líbano.
Crecerá como cedro en el Líbano.
Plantados
en la casa del Señor,
En los atrios de nuestro Dios florecerán.
En los atrios de nuestro Dios florecerán.
Aun
en la vejez fructificarán;
Estarán vigorosos y verdes,
Estarán vigorosos y verdes,
Para
anunciar que el Señor, mi fortaleza, es recto,
Y que en él no hay injusticia. (Sal. 92:12-15)
Y que en él no hay injusticia. (Sal. 92:12-15)
Este salmo retrata la historia de vida de una
mujer entregada a Dios a través de la educación. Ella es Oliva Hernando. Una
formadora de formadores que reconocemos hoy en la celebración del Día del
Maestro y la Maestra.
Nacida en la meseta castellana, justamente en
el centro de España, en Valladolid, ciudad austera y seca, una
ciudad levítica e intolerante durante la Dictadura, difícil, hosca, huraña, que
parió a esta hija que es, exactamente lo contrario a ese estereotipo. Ella es dulce,
cordial, tolerante, amable y cariñosa. Y es que parecería que Oliva, al cruzar el
Atlántico se volvió caribeña.
A inicios del siglo XXI, de las aulas de la
secundaria pasa al ámbito universitario y rápidamente se dio a conocer en esta
Universidad por su amor a la enseñanza, su empeño en el aprendizaje del
estudiante y en su formación integral, su trato afable y cariñoso hacia el
profesorado. Se distinguió como la facilitadora estrella en el Diplomado en Pedagogía
Universitaria y lo hizo suyo. En ese tiempo la Universidad abrazó el estandarte
de la corporatividad y ahí estaba ella en la guagua Metro, viajando entre
Santiago y Santo Domingo. En su ir y venir ha logrado conquistar la amistad y
el cariño de varias generaciones de docentes de ambos campus; algunos reportan
conocerla desde los centros educativos gestionados por ella. Es que su labor de
formación docente ha recorrido todos los niveles, desde el Inicial hasta
Postgrado.
La madre Oliva, como muchos la llaman, es un
ejemplo de entrega y compromiso con la educación; la pasión y coherencia con
que enseña, es un verdadero modelo para todos nosotros. Su vocación se vuelve
vivencia y su compromiso, abnegación desinteresada y entusiasta. Basta verla
cómo se explaya explicando la filosofía y el modelo educativo de la Universidad.
Sus procesos y relación con los docentes que participan en sus cursos hacen
recordar a Freire cuando dice: “Enseñar no es transferir conocimiento, sino crear las
posibilidades para su propia producción o construcción.”
Nuestra homenajeada posee una voluntad de acero y una tenacidad a prueba
de todo obstáculo. No la vence el cansancio, ni los años, ni la adversidad.
Emprende cada día su quehacer encomendándose a Dios y con Él parte por los
caminos contagiando su pasión a todos los que interactúan con ella. Es como una abeja que
nunca se cansa; que anima a todos con su gran templanza. Es más que una madre,
maestra del bien; amiga de todos, sin mirar a quien.
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