Vivimos en un contexto social y cultural en el
cual el ritmo frenético que nos han impuesto para conseguir más bienestar
material no favorece el acceso a nuestra propia interioridad. Seducidos por
estímulos ambientales, envueltos en peticiones venidas de fuera, cautivados por
los medios, por las innovaciones rápidas… vamos vaciando, diluyendo, perdiendo
la propia interioridad...
Paso a paso, a veces, sin saber cómo, nos
vamos haciendo víctimas del llamado "síndrome de la exteriorizacíón
existencial", teniendo dificultades, de silencio, introspección, de reflexión, contemplación, de navegar en las aguas profundas de nuestro
propio pozo, viviendo una vida superficial, a toda máquina y sin sentido. Yo no
era la excepción en el paquete, con el afán de responder a necesidades
sentidas, a reclamos hechos, quise hacer y hacer, y de pronto, mi vida se iba resecando,
porque no recibía suficiente sabia de mi interior.
La originalidad y lo inesperado de la
Pandemia me puso de cara a una aventura:
el redescubrir mi mundo interior. Ese
mundo desconocido y sorprendente para muchos, pero querido y sabroso para mi,
porque es donde ha acontecido lo más importante y decisivo de mi vida.
Allí, en mi propio fondo, volví a tocar el
agua fresca y limpia del primer amor, de la primera llamada, y volvió a surgir
viva, nueva y mis fuerzas vitales se hallaban disponibles para nutrirme a mi
misma, experimenté una unidad entera, con mi
ser y una proximidad honda, muy honda con Dios, como hace tiempo no sentía.
Cada alborada, ya
saben "soy de madrugadas", me iba a la capillita de la casa o frente
al balcón de la sala de estudios para encontrarme con el Señor, sin tiempo, no
tenía que salir corriendo, junto con El escudriñé
mis sombras, constaté mis impotencias y desfilaron frustraciones, sueños rotos, en una palabra,
mi condición humana y a la luz de su Palabra me planté bajo su misericordia reconstructora para dejarme ser una mujer
reconciliada y reconciliadora.
Agradezco a la
Pandemia que mi tierra interior está siendo cavada, removida, abonada, para
quitar las resistencias que impiden que mi vida sea transformada y pueda dar
mejores frutos, porque albergo la certeza de que ustedes y yo después del COVID19 seremos diferentes.
Lucía P. Taveras Rivas. F.I
Saludos Lucía
ResponderEliminarAsí es, esta situación que estamos viviendo es una oportunidad para agradecer todo las bendiciones que nos da la vida, a auto valorarnos y reconocer todos los dones que Dios nos da, para cumplir con el propósito que nos tiene como seres de su creación.
Hilario Tavárez
Excelente querida Luchi. Dios siga cultivandote.
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