
La familia es mi refugio, es mi calma en medio de la tormenta, es mi alegría en la tristeza, mi motivación para levantarme cada día.

Para mi es más que placentero sentarme a la mesa con ellos y mientras comemos charlamos, nos reímos, preguntamos y planeamos qué podemos hacer para compartir juntos nuevas experiencias.
Para mí es gratificante ver el entusiasmo de los niños y mi esposo cuando les llamo a comer y ver el brillo de sus ojos al degustar los alimentos, pero más aún, cuando al terminar de comer escucho una vocecita que dice: "Gracias mami por esa comida tan rica”. Es como si lo "anormal", fuera perfectamente lo NORMAL.
Vivir sin tener que despertar con una alarma, sino más bien con el Cantar de los pájaros es inspirador. Esto me lleva a apreciar lo sutil, me detiene y me hace ver las necesidades de los otros, lo que me mueve a ayudar, a dar y a gozar de una alegría inmensa por el bienestar de los prójimos.
Vivir sin tener que despertar con una alarma, sino más bien con el Cantar de los pájaros es inspirador. Esto me lleva a apreciar lo sutil, me detiene y me hace ver las necesidades de los otros, lo que me mueve a ayudar, a dar y a gozar de una alegría inmensa por el bienestar de los prójimos.


Observar la naturaleza, cómo se abre una flor, cómo crece una planta, cómo vuelan y cantan las aves al amanecer y al atardecer, es jubiloso para mí.
Orar sin prisa junto a mi familia y compañeros de trabajo y descubrir que Dios siempre está ahí para nosotros es consolador.
Por ello doy gracias a nuestro Padre Celestial, porque en medio de la tempestad me da la sabiduría para valorar la grandeza de lo sencillo, lo humano, lo divino...

Ivelisse Núñez. Docente Escuela Técnica San Martín de Porres, Santiago. R.D.
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