sábado, 22 de abril de 2017

ENCONTRARME CON CRISTO EN SU CUERPO Y SU HUMANIDAD...

En salida a la Mision Semana Santa- Elias Piña
Soy Adriana Sepúlveda, joven puertorriqueña que aceptó la invitación de Cristo y de las Hijas de Jesús a participar de la misión de Semana Santa en Elías Piña, RD.  En las semanas anteriores a esta mi segunda experiencia misionera, en mi subconsciente iba preparando mi disposición y corazón para dar lo mejor de mí a estas personas que nos recibirían.  Iba haciéndome de la idea que no iría a dar, no iría a recibir.  Más bien, iría a compartir.

Admito que, ya estando allá, hubo un punto en que me decepcioné en mí misma, pues, a diferencia de muchos, no sentía una conmoción sentimental por la precariedad que vivían estos hermanos nuestros.  Pensé que eso no podía faltar para realmente vivir a profundidad este tiempo de acompañamiento a las comunidades de Elías Piña.  Compartiendo mi sentir con otros, fui viendo que mi conexión con la realidad de esta comunidad venia de otra manera.  No nacía de esa impresión por los sentidos, cosa que está muy bien. Mi conexión con ellos nacía del simple deseo de mirar cara a cara a cada persona que me encontraba en este camino.
Adriana, Juan Carlos y Antonio

Adriana, Diosmery y  en Elias Piña
¿Cuál es la diferencia entre los que viven en la realidad del Valle y yo que salgo de la mía para estar con ellos?  Ninguna.  Desvanecía la imagen del misionero heroico e intrépido, exaltable, ante la misión.  Quedó Adriana frente a Juan Carlos, frente a Ramón o frente a Marta.  En mi potencia e impotencia, allí estaba yo para compartir vida y camino con mis hermanos, por un breve instante.
En casa de las hermanas compartiendo con los chicos

Encuentro de los misioneros con los jóvenes del Valle

El sábado santo en la tarde, tuvimos la celebración de la Resurrección con la comunidad.Predominaba un ambiente de movimiento.  A través de la misa, decenas y decenas de niños inquietos, ruido de motores y un incesante cuchicheo me tenían pidiendo para que la voz del P. Juan Ayala, que presidia, no cediera.  En el momento de la comunión, entre toda la conmoción de la multitud, el coro cantaba a toda voz: “Es mi cuerpo, coman todos de Él.  Es mi sangre, que doy a beber.”  En ese momento, contemplé mi alrededor:  Una polvorienta plaza techada llamada “El Melcado,” repleta de niños, mujeres, jóvenes y hombres de todas las comunidades, un ruido y una algarabía que jamás había vivido en una misa, los chiquitos correteaban, los grandes más chachareaban que callaban.  Pero allí, entre ese ruido y removimiento humano, vi al Cuerpo de Cristo.  Humano, vigoroso, en gracia y en pecado, en carencia y en riqueza.  Vi un cuerpo que es don y una sangre que vivifica y unifica en un solo Creador, tan presente a través de sus creaturas.  Allí me conmovió la igualdad de condición de tantas almas, y no dudé en el Amor de Jesús para cada uno de los allí presentes, miembros de la comunidad y misioneros. 
Vigilia Pascual en el Valle de Elias Piña










Ciertamente, en esta ocasión hallé unidos a todos allí, como “en un pan los muchos granos,” partidos y compartidos. No fui a dar, no fui a recibir.  Esta Semana Santa fui a Elías Piña para encontrarme y compartir con Cristo, en su Cuerpo y su humanidad, desde su anhelo de salir a nuestro encuentro, de acompañar y saciar la sed de un Dios que “muere [y resucita] tantas veces,” todos los días, en todo el mundo.          Adriana Sepúlveda

viernes, 21 de abril de 2017

Gracias Señor por enviarme...

Es mi segundo año de misión, y cada vez resulta más emocionante, cada momento que vivo, cada persona que conozco, cada niño que abrazo… me llena de gran alegría el poder compartir mi pequeñez con aquellos que más necesitan y que me entregan tanto desde el primer  momento en que comparto con ellos.

Mi experiencia de misión  en esta Semana Santa 2017 con las Hijas Jesús, esta vez acompañando a la comunidad  (Rosa la Piedra) en Elías Piñas,  me llenó de alegría y a la vez de sentimientos más grandes que yo, los cuales me saltaban y querían salir de mi. En ocasiones me asustaba de aquello tan extraño que ocurría en mi pecho. Era una sensación de frío y calor, de apretamiento y de paz, fue algo maravilloso que Dios me dio la gracia de sentir.

Cada día que pasaba en esa comunidad era una experiencia nueva y se volvía más interesante. El cariño, la entrega, la pasión con la cual ellos se brindaban y colaboraban me daba la fuerza de seguir cada día y recorrer  casi 4 horas de camino de ida y vuelta  hacia la casa, y al finalizar el  día me quedaba con esa gran satisfacción y deseo de volver.

Recuerdo que un día llegué a la casa de la encargada de la comunidad (Reyita), su esposo me flotó las piernas con mentol por el gran dolor que sentía..¡¡¡Dios! fue tan lindo ver su preocupación y entrega que me hicieron sentir como si estuviera en casa!!  Y fue entonces donde pude confirmar una vez más que amar es cuidar, es entrega, es dedicación, es darte desinteresadamente, así como Jesús se entregó  y amó. y es a eso que me siento llamada e invitada. 

Fueron tantos los momentos bellos que viví. Momentos que me hicieron reflexionar, sentir, desear… y me quedé con ésta canción que aún resuena en lo más profundo de mí: "Para que mi amor no sea un sentimiento, tan solo un deslumbramiento pasajero……. Quiero hundir más hondo mi raíz en ti y cimentar en solidez este mi afecto……. Más allá, de mis miedos más allá de mi inseguridad, quiero darte mi respuesta…." (En mi Getsemaní).

No me queda más que dar las gracias. Gracias a Dios por haberme permitido vivir esta experiencia,  gracias a las Hijas de Jesús por haberme dado la oportunidad,  gracias a cada uno de mis compañeros misioneros y de manera muy especial, gracias a la comunidad de Elías Piña por haberme acogido con tanto amor, gracias. Dianny Adon 












martes, 18 de abril de 2017

LOS MISIONEROS NOS ABREN SU CORAZÓN!

    TESTIMONIO DE LOS MISIONEROS MADRE CÁNDIDA




LUIS CÉSPEDES
He decidido darle otro significado a una frase que utilicé muchísimo en esta misión de Semana Santa:  "El misionero no se cansa, el misionero no se baña, el misionero no duerme", parece simple y hasta graciosa pero es una frase llena de verdad.¿Acaso hay alguna manera de amar sin sacrificarse? Yo creo que dicha manera de amar no existe y mucho menos para un misionero. 

Es apenas mi segundo año en este camino y cada segundo que pasé en la comunidad El Montazo robó un pedazo de mi corazón, solo me queda decir waooo qué pueblo tan noble! 


Me alegra que “el misionero no se canse, que el misionero no se bañe y que el  misionero no duerma” porque no conozco otra       manera de amar a Cristo que no sea con todo mi cuerpo que sudó por Él, mi corazón que latió por Él y mi alma misionera que vive cada segundo por Él.
















GRICEL PAULINO
Este año tuve la valiosa oportunidad de participar en la misión junto a las Hijas de Jesús y laicos, del triduo Pascual en la comunidad de los Guayabos y Severinos de la Diócesis de San Juan de la Maguana.  


Me marcó el corazón abierto y dispuesto de los niños para acompañarnos en cada caminata, la espontaneidad de su sonrisa y también de sus enojos. En especial la vida de una pareja de ancianos: el esposo tiene dificultades visuales y ella dificultades para caminar por lo que ha permanecido más de 11 años en cama. El dice: a "mi viejita yo le agradezco porque fue una mujer de mucha entrega en su juventud y ahora no la puedo desamparar". El es quien le canta, la levanta de la cama, la anima. No dejó de agradecer y sonreír mientras estuvimos en la casa. Para mi fue una muestra de cómo se donan el uno al otro.



La comunidad tiene sed de Dios vivo que les anime a seguir creyendo y luchando, que les siga recordando lo valiosa que es, una comunidad herida pero abierta al amor.

El don de la vida y la sensibilidad marcaron ésta experiencia para seguir viviendo la vida como una misión, ¡la mejor de todas!


lunes, 17 de abril de 2017

EL SEÑOR RESUCITÓ ALELUYA!!!

EN VERDAD RESUCITÓ!!! 
En medio de los montes renace la Vida y la Esperanza
con la experiencia de los Misioneros Madre Cándida. 









 



 








 


sábado, 8 de abril de 2017

PREPARANDONOS! MISION SEMANA SANTA 2017!

"LA PALABRA ES UN DON, EL OTRO ES UN DON"
A pocos días de hacer memoria de la Pasión, Muerte  y Resurrección de nuestro Señor Jesucristo, los Misioneros Madre Cándida nos preparamos para vivir junto a nuestros hermanos del sur del país, Diócesis San Juan de la Maguana, la experiencia de Semana Santa 2017 descubriendo el Otro como Don. 

Nos encomendamos a sus oraciones, en comunión.
Misioneros Madre Cándida