BODAS DE ORO
Como María, el 31 de
mayo, nos pusimos en camino hacia el Sur del País, para encontrarnos con Isabel
Pomares en El Llano de Elías Piña. Queríamos agradecer y glorificar a Dios por
lo mucho que ha hecho en y a través de nuestra Hermana.
Después de la odisea de
atravesar el estrecho puente derribado por el agua el día anterior, a las 11
a.m., Hijas de Jesús de las comunidades de Santiago, Cotui y Santo Domingo y
laicas de Guachupita y otras amigas de Isabel, estábamos abrazando a Isabel que
nos recibió sorprendida y llena de alegría en el patio de la casa, en la que ya
esperaba Mons. José Grullón para celebrar juntos la Eucaristía de acción de
gracias.
Comenzó José invitando
a Isabel con el salmista a que se preparara para contarnos lo que Dios había
hecho en ella a lo largo de su vida. Y así lo hizo con toda sencillez al
compartir la Palabra de Dios:
“Su nacimiento en una
familia muy cristiana – de cuatro hijas- justo en la postguerra civil española
con todo lo que significó. “Era la nena” pequeña de estatura.
“Su educación en el
colegio de Elche donde surgió su vocación a los 17 años.
Y… sus cuatro deseos
que vio confirmados, desde el que siempre permanece muy profundo en ella: “buscar y vivir siempre la voluntad de Dios”:
- - Ser religiosa Hija de Jesús
- - Ir a misiones
- - Estar con los más pobres y necesitados
- - Dentro de los más necesitados, los haitianos, con quienes está ahora en El Valle.
Así siguiendo la
invitación a alegrarnos como María en la visita a Isabel y confirmar estos
deseos compartimos todas y cada una, agradeciendo y bendiciendo a Dios entre
otras muchas cosas: su fidelidad, sencillez, humildad, fraternidad, entrega,
silencio, constancia en todo lo que comienza, creatividad, escucha, saber estar
con los más necesitados…
Nos unimos también a
toda la Congregación en la acción de gracias por santa Cándida María y otras
Hermanas que celebraban sus 50 años de entrega.
Y… como no podíamos
quedarnos con Isabel en la extensión apostólica, después de compartir una buena
comida preparada por su comunidad de Guachupita, volvimos ya por el puente
arreglado en “guagua”(autobús) a
nuestros respectivos destinos.
Juana Cubero, FI
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