Un encuentro con nostalgia, alegrías y satisfacciones
El lunes 03 de julio recibimos
una invitación del Politécnico para conversar con la Superiora de la Congregación
Graciela Francovig y su consejera Teresa Pinto.
Para mí fue una sorpresa
porque ya tengo varios años que soy exdirectora y por varios motivos no había
vuelto a reuniones como esta. Al presentarme recordé mis inicios en 1978 como
alumna y un recuerdo inolvidable del primer abrazo que le di a la madre Elena Grullón,
porque al verla vestida con el hábito me imaginé como a la Madre Cándida.
Comenzamos presentándonos y
fue como un flechazo pues cada una (Doris, Marina, la mamá de Marina, una de
las enfermeras, María Antonia, Neysa, María Eugenia, Asunción, Ana T, Robert,…) fue añadiendo experiencias y datos hasta
curiosos, de cómo llegamos a formar parte de la familia Madre Cándida. Unas
como alumnas desde preescolar (Nilsia), otras desde la primaria (Denia), o solo
desde las historias que se contaban en la familia y otras desde sus inicios
como docentes.
La pregunta que se nos lanzó
fue ¿Qué diferencia hay entre un laico comprometido miembro de la familia Madre Cándida y un
maestro que enseña bajo el carisma de la Madre Cándida? Las respuestas fueron
muy variadas:
El laico comprometido miembro
de la familia Madre Cándida:
Más que una profesión recibe una llamada a seguir, la misión de educar en
la fe. No importa que no recemos mucho, aquí aprendemos a orar unos con los otros. No es el trabajo, sino que
forma una familia bajo el mismo principio de Jesús como centro.
La formación permanente que
recibes te ayuda como persona y como profesional a replicarla en todos los
espacios en que ejerces alguna función o tarea educativa.
El apego que nos une con los
compañeros, nos hace sentir esos sentimientos de fraternidad y solidaridad, de
acompañarnos en momentos difíciles.
Los maestros que enseñan bajo
el carisma de la Madre Cándida no siempre asumen ese sentido de misión ni de
pertenencia. Son muy cumplidores, pero solo en el horario correspondiente a sus
tareas porque algunas veces no hay coherencia entre lo que dicen y lo que
hacen. Muchas veces hay que recordarles su principal atención a los más
necesitados.
La Superiora agradeció el que
acudiéramos a esa invitación con tan poco tiempo de habernos convocado y
resalta que: ´´Tenemos que ir juntos laicos y congregación. Hacen falta la
presencia de las hermanas en las escuelas, cada uno cumpliendo con su tarea
desde la misión que le corresponde´´
Como decía la hermana María
Velasco ´´lo mejor es encontrarnos´´
La Madre Graciela nos dejó la pregunta
de…¿Cómo mantener nuestro modo propio de educar formando a los laicos para que
vivan con fuerza el Carisma, y que además tengan suficiente fuerza y voz para
ser escuchados?
Ana Teresa Valerio, y bautizada como Ana Te por María Blanca.
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