Cuaresma y cuarentena. Ambas palabras nos invitan a retirarnos, pero sin perder de vista que la cuaresma es una etapa de reflexión, es un tiempo para vivir experiencias de fe, que nos hagan más fuertes y mejores personas. Sin embargo, la cuarentena es una etapa de aislamiento social, producida por la pandemia del Covid-19, que se realiza de manera obligatoria, pero que produce un aprendizaje en la humanidad.
Nunca
comprendí esas palabras, hasta que el
martes, 17 de marzo del 2020, inició el período de cuarentena y toque de queda.
Todo este tiempo coincidió con el momento más importante para los cristianos: la cuaresma, sobre todo la Semana Santa,
etapa que la viví de modo muy distinto a años anteriores.
Enseñanzas aprendidas en esta cuaresma,
en tiempo de cuarentena.
Ø Aprendí que la oración es el
instrumento de fe más eficaz para comunicarnos con Cristo. En esta etapa, la
oración fue mi mayor mecanismo para mantenernos de pies en medio de la
tormenta. Que la palabra, las rodillas y
el Rosario, son las mejores palancas de fe en el momento de desesperación, nos
calman y nos dan la armonía necesaria para mantener la serenidad y sobre todo
la sabiduría para enfrentar las dificultades que estamos viviendo.
Ø
Aprendí
que
cuidar a los tuyos es el mejor gesto de amor que puedes dar, ya que Jesús
dio su vida por la humanidad sin esperar nada a cambio. En este proceso, la
acción más hermosa que como padres y madres, podemos dar es asumir con
responsabilidad la crianza de nuestros hijos e hijas, el respeto a nuestra
pareja y el compromiso con nuestros padres.
Ø
Aprendí
que la familia es el regalo perfecto que Dios nos da,
porque aun viéndonos por videos llamadas, tomamos café a distancia, nos hace
ser felices y nos motiva a quedarnos en casa, y esperar que la tormenta pase.
Contándonos las mismas historias, chistes, y sobre todos teniendo los mismos
conflictos, pero al final siempre pendiente de que todos estén bien.
Ø
Aprendí
que las cuatro paredes hacen una casa, pero que mi hogar es el espacio donde vivo
y pertenezco, el cual debe ser seguro, donde los hijos y los esposos se
sientan protegidos. Además, donde los hijos aprendan a estudiar, a llevar un horario,
a realizar tareas domésticas, pero sin perder la esencia de que es el mejor
lugar de estar.
Ø
Aprendí
que la mejor manera de dar amor es cuando uno mismo se ama, reconociendo sus virtudes y defectos.
También, comprendí que la perfección no existe, que somos seres humanos que
caemos, pero que luchamos para levantarnos ante las adversidades de la vida.
Ø
Aprendí
que no fue con el hombre perfecto que me casé, sino con un ser humano
imperfecto, pero que, dentro de toda esa imperfección, tiene una gran
virtud que es que ama a su familia, y su mayor defecto, es trabajar sin parar,
para que ella tenga el pan de cada día.
Ø
Aprendí
que la mejor manera de colaborar con la sociedad es cuando predicamos con el ejemplo.
Ese ejemplo, es la mejor manera de
garantizar que las generaciones venideras practiquen y transmitan los valores
de fe ante los demás y pueda fomentar el amor Dios.
Ø
Aprendí
que educar en la fe, implica un compromiso permanente que no puede dejar de
hacer, aunque camine por cañadas oscuras, aunque lejos de templo, porque
no hay templo más hermoso que tu familia.
Y que la mejor iglesia, es la iglesia doméstica, ya que puede orar y
cantar al señor junto a los que ama.
Ø
Aprendí
que un ¡hola!, ¡buenos día!, hasta luego, ¿cómo estás?, cuídate, que vayas con Dios… son
las expresiones
de amor más sencillas, pero con más significado para superar el diario
vivir.
Ø
Aprendí que no importa la distancia y el
tiempo, que solo importa los gratos momentos vividos juntos a los suyos.
Que las vivencias con tus seres queridos son fuentes de inspiración para luchar
en el diario vivir, y sobre todo superar los obstáculos que la vida nos presenta,
que los hermosos recuerdos son la motivación para enfrentar las tempestades.
Ø
Aprendí
que ser
cristiano, no es juntarnos en el templo. Ser cristiano es vivir a plenitud
la fe, en la etapa y en el lugar que te encuentres. Además, que los
gratos momentos que comparto con mis familiares, mis amigos, mis compañeros de
trabajo, y sobre todos con Dios, es la verdadera felicidad.
Ø
Aprendí
que educar es el mayor reto que la vida me da. Que enseñar y educar son muy diferentes, ya
que enseñar es dar lecciones y educar es instruir para la vida a un ser humano,
que sea sensible, pero a la vez que tenga coraje para enfrentar las vicisitudes
de la vida. Además, que ser docente no es dar lecciones de matemática, lengua,
ciencias, sino que ser docente, es dar palabras de motivación a sus alumnos.
También, que usar
palabras hermosas para tus alumnos, trae consigo alegría, y hermosos mensajes
de amor: Cuídese maestra, cuide a los suyos, la extraño, no me imaginé que me
haría tanta falta, extraño sus explicaciones, extraños sus risas y sus peleas.
En este tiempo,
que estamos en cuarentena, lo más importante que aprendí que cuidar a mi familia y educarla en la fe, es mi mayor compromiso
para obtener mi mejor logro en la vida.
Escrito por: Hosmendy Almánzar. M.A.
Maestra de Ciencias Sociales, en el Politécnico Ntra. Sra. de las Mercedes.
Muy bonita y emotiva su reflexión,ya que me identificó por lo que nos ha tocado vivir en esta cuarentena.
ResponderEliminarNos ha enseñado ha buscar más de Dios y a valorar mas a nuestra familia y seres queridos.
Dios le bendiga.