jueves, 7 de mayo de 2020

12 Lecciones que me enseñó la Cuaresma, durante la Cuarentena

Cuaresma y cuarentena. Ambas palabras nos invitan a retirarnos, pero sin perder de vista que la cuaresma es una etapa de reflexión, es un tiempo para vivir experiencias de fe, que nos hagan más fuertes y mejores personas.  Sin embargo, la cuarentena es una etapa de aislamiento social, producida por la pandemia del Covid-19, que se realiza de manera obligatoria, pero que produce un aprendizaje en la humanidad.

Nunca comprendí esas palabras,  hasta que el martes, 17 de marzo del 2020, inició el período de cuarentena y toque de queda. Todo este tiempo coincidió con el momento más importante para los cristianos: la cuaresma, sobre todo la Semana Santa, etapa que la viví de modo muy distinto a años anteriores.

Enseñanzas aprendidas en esta cuaresma, 
en tiempo de cuarentena.

Ø  Aprendí que la oración es el instrumento de fe más eficaz para comunicarnos con Cristo. En esta etapa, la oración fue mi mayor mecanismo para mantenernos de pies en medio de la tormenta. Que la  palabra, las rodillas y el Rosario, son las mejores palancas de fe en el momento de desesperación, nos calman y nos dan la armonía necesaria para mantener la serenidad y sobre todo la sabiduría para enfrentar las dificultades que estamos viviendo.  

Ø  Aprendí que cuidar a los tuyos es el mejor gesto de amor que puedes dar, ya que Jesús dio su vida por la humanidad sin esperar nada a cambio. En este proceso, la acción más hermosa que como padres y madres, podemos dar es asumir con responsabilidad la crianza de nuestros hijos e hijas, el respeto a nuestra pareja y el compromiso con nuestros padres.

Ø  Aprendí que la familia es el regalo perfecto que Dios nos da, porque aun viéndonos por videos llamadas, tomamos café a distancia, nos hace ser felices y nos motiva a quedarnos en casa, y esperar que la tormenta pase. Contándonos las mismas historias, chistes, y sobre todos teniendo los mismos conflictos, pero al final siempre pendiente de que todos estén bien.  

Ø  Aprendí que las cuatro paredes hacen una casa, pero que mi hogar es el espacio donde vivo y pertenezco, el cual debe ser seguro, donde los hijos y los esposos se sientan protegidos. Además, donde los hijos aprendan a estudiar, a llevar un horario, a realizar tareas domésticas, pero sin perder la esencia de que es el mejor lugar de estar.

Ø  Aprendí que la mejor manera de dar amor es cuando uno mismo se ama,  reconociendo sus virtudes y defectos. También, comprendí que la perfección no existe, que somos seres humanos que caemos, pero que luchamos para levantarnos ante las adversidades de la vida.

Ø  Aprendí que no fue con el hombre perfecto que me casé, sino con un ser humano imperfecto, pero que, dentro de toda esa imperfección, tiene una gran virtud que es que ama a su familia, y su mayor defecto, es trabajar sin parar, para que ella tenga el pan de cada día.

Ø  Aprendí que la mejor manera de colaborar con la sociedad es cuando predicamos con el ejemplo.  Ese ejemplo, es la mejor manera de garantizar que las generaciones venideras practiquen y transmitan los valores de fe ante los demás y pueda fomentar el amor Dios.

Ø  Aprendí que educar en la fe, implica un compromiso permanente que no puede dejar de hacer, aunque camine por cañadas oscuras, aunque lejos de templo, porque no hay templo más hermoso que tu familia.  Y que la mejor iglesia, es la iglesia doméstica, ya que puede orar y cantar al señor junto a los que ama.

Ø  Aprendí que un ¡hola!,  ¡buenos día!,  hasta luego,  ¿cómo estás?, cuídate, que vayas con Dios… son las expresiones de amor más sencillas, pero con más significado para superar el diario vivir.

Ø   Aprendí que no importa la distancia y el tiempo, que solo importa los gratos momentos vividos juntos a los suyos. Que las vivencias con tus seres queridos son fuentes de inspiración para luchar en el diario vivir, y sobre todo superar los obstáculos que la vida nos presenta, que los hermosos recuerdos son la motivación para enfrentar las tempestades.

Ø  Aprendí que ser cristiano, no es juntarnos en el templo. Ser cristiano es vivir a plenitud la fe, en la etapa y en el lugar que te encuentres. Además, que los gratos momentos que comparto con mis familiares, mis amigos, mis compañeros de trabajo, y sobre todos con Dios, es la verdadera felicidad.

Ø  Aprendí que educar es el mayor reto que la vida me da.  Que enseñar y educar son muy diferentes, ya que enseñar es dar lecciones y educar es instruir para la vida a un ser humano, que sea sensible, pero a la vez que tenga coraje para enfrentar las vicisitudes de la vida. Además, que ser docente no es dar lecciones de matemática, lengua, ciencias, sino que ser docente, es dar palabras de motivación a sus alumnos.

También, que usar palabras hermosas para tus alumnos, trae consigo alegría, y hermosos mensajes de amor: Cuídese maestra, cuide a los suyos, la extraño, no me imaginé que me haría tanta falta, extraño sus explicaciones, extraños sus risas y sus peleas.

En este tiempo, que estamos en cuarentena, lo más importante que aprendí que cuidar a mi familia y educarla en la fe, es mi mayor compromiso para obtener mi mejor logro en la vida.


Escrito por: Hosmendy Almánzar. M.A.
Maestra de Ciencias Sociales, en el Politécnico Ntra. Sra. de las Mercedes.

1 comentario:

  1. Muy bonita y emotiva su reflexión,ya que me identificó por lo que nos ha tocado vivir en esta cuarentena.
    Nos ha enseñado ha buscar más de Dios y a valorar mas a nuestra familia y seres queridos.
    Dios le bendiga.

    ResponderEliminar