Nuestra querida Josefita, te fuiste a los brazos del Padre y dejaste tristeza en nuestros corazones y en el corazón de todos cuanto compartieron contigo, pero también dejaste alegría por las enseñanzas que nos dejaste de herencia.
Tú, una mujer llena de valores y virtudes que siempre estuvo pendiente de cada detalle sin dejarte notar en público, pero sí particularmente, con cada uno de nosotros.
Una mujer que con sólo pasar y sin hacer ruido sabías y reconocías nuestro estado de ánimo y nuestras necesidades.
Tú que no brillabas, pero que con tu existir iluminabas nuestros días con tus sabios consejos y con tu interés de saber ¿Cómo estás? ¿Cómo te sientes? ¿Te gusta estar aquí? Entonces con cada respuesta se irradiaba tu rostro de alegría, alegría que inmediatamente nos transmitía.
Tú un ejemplo puro de orden y limpieza, amor y entrega respeto y tolerancia, humildad y sencillez, aptitud y trabajo.
Una mujer llena de Fe, fiel a los preceptos de Dios, creyente e incondicional Hija de Jesús.
Gracias por tu existir, por tu presencia en nuestras vidas y por tus sabias enseñanzas.
Hasta luego, descansa en Paz. En cada jardín bien plantado y cuidado, te recordaremos.
Ivelisse Núñez.
Maestra San Martin, Santiago
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