sábado, 27 de abril de 2013

La vocación como camino...

Son muchos los hombres y mujeres, que a lo largo  de la historia han decidido darle un rumbo diferente a  su vida. Así lo hizo María Antonia Bandrés, que desde el silencio amoroso supo entregar la vida… Con su fiesta, también celebramos el día de todas las formandas de nuestra Congregación. Felicidades para todas!! 

QUE COMO ANTOÑITA NUESTRA CUMBRE SEA JESÚS Y SU REINO..



Aquí le dejamos parte de su historia 

María Antonia Bandrés
Nace en Tolosa, el 6 de marzo de1898 en una familia cristiana y de buen nivel económico.
Mujer de gran sensibilidad, aunque en ocasiones "fastidiosa”, caprichosa y se enfadaba con frecuencia.
Empezó a ir al colegio de las Hijas de Jesús de Tolosa, fundado por la Madre Cándida en el año 1888. Aquí es donde va descubriendo la necesidad de cambiar y moldea su carácter.

A pesar de que en su casa había personal de servicio, ella se levantaba a ayudarles fregando y preparando la comida. 
Su lema siempre fue “Es preciso llegar a la cumbre: de hacer, hacerlo entero”. 
Va creciendo como cristiana. Jesús fue su amigo siempre. Adoraba a la Virgen y en ella fue poniendo desde muy niña su confianza como en la Madre del Cielo.
Descubre que Jesús la quiere religiosa y se entrega totalmente a Él y su causa.
Decide ser Hija de Jesús marchándose al Noviciado. Le costó mucho separarse de su familia.
Entró en el Noviciado de las Hijas de Jesús de Salamanca el 8 de diciembre de 1916, cuando tenía 18 años.

Antoñita acudirá a la Virgen para pedirle fuerzas y se referirá a ella como la Madre que cubre el vacío que su otra madre dejó en ella, MªTeresa.
Hace sus primeros votos en el mes de mayo de 1918. Tiene 20 años, cuando cae enferma enseguida.  Consciente de su enfermedad la asume con entereza y  mucha fe porque sabe que está en manos de Dios.
A pesar de su enfermedad se prepara para su futura tarea de educadora.

El 12 de mayo de 1996 la Iglesia la beatificó junto con la Madre Cándida y nos la pone como modelo en la vida. 
En sus últimos momentos, Antoñita pide hablar a solas con el médico que la atendió durante toda su enfermedad para agradecerle cuánto ha hecho por ella.
El médico le dice “Hasta mañana” a lo que ella responde “Hasta el cielo”. Ante tal respuesta, el médico añade posteriormente “Nunca he presenciado nada semejante a las últimas horas de Antoñita...Yo me sentí enternecido  por aquella serenidad espiritual y aquella fe que le hacía tan feliz en sus últimas horas de vida”.

Era un sábado 27 de abril de 1919 cuando Antoñita se despide con estas palabras: “Muero muy contenta. Durante mi vida todo ha sido para mí duro y frío, seco; a mí no me ha regalado Jesús con sus caricias, pero ahora todo es paz...Tengo una alegría intensa...Estoy rebosando consuelo. Siento que la Virgen está a mi lado, que Jesús me ama y  yo le amo”.

FRASES DE ANTOÑITA
  • “No hay cosa pequeña ni detalle sin importancia”
  • “Es preciso llegar a la cumbre de hacerlo, hacerlo entero”
  • “Quiero servir a todos”
  • “Seguir a Jesús y estar con los pobres es una misma cosa”
  • “Que Jesús y María llenen vuestro corazón”

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