A lo largo de su vida,
los envíos que recibe de la Congregación, fueron intercalándose entre Santo Domingo,
en el Politécnico Virgen de la Altagracia de Los Mina, y Santiago de los
Caballeros, en el Instituto Politécnico Nuestra Señora de las Mercedes. Como
podemos ver, María Elena, permaneció durante muchos años vinculada, de manera
muy activa, con mucha ilusión y alegría, a los dos grandes Politécnicos encomendados
por el ministerio de Educación a la Congregación, para su administración y
dirección. Incluso en esta última etapa de su vida, ya en la casa enfermería, cuidando
de su salud, seguía conectada escuchando, aconsejando y ayudando a muchas
personas.
María Elena siempre fue
la Madre Elena, verdadera madre para muchas familias y personas con quienes
compartió su vida y misión, desde la vivencia profunda del Carisma de la Congregación,
testimoniando así su ser de hija de Dios Padre y hermana de todos,
especialmente de los más necesitados, por quienes, de manera excepcional, siempre
se preocupó. Era una mujer de una gran sensibilidad, corazón grande y generoso
para Dios y los hermanos.
Elena no solo fue una madre, fue también amiga, acompañante y confidente de muchas personas encontradas a lo largo del camino de su vida, incluyendo a aquellas que habían sido compañeras en sus tiempos de estudio. Desde Santo Domingo y Santiago son muchas las maestras y estudiantes que mantenían comunicación con ella, a quien acudían pidiendo consejo y que se preocuparon, últimamente, por su salud.
María Elena resaltaba el
lado positivo y las cualidades de las personas, era incapaz de lastimar
conscientemente a nadie. Cuando en algo sentía que se le pasaba la mano, lo
arreglaba con una sonrisa y cambio de tono comprensivo y cariñoso.
Respecto a las relaciones
con su la familia, fue una verdadera hija, hermana, tía y tía abuela. Vivía, y siempre que podía participaba, con
mucha alegría y orgullo de todos los acontecimientos y celebraciones que se
hacían en su familia: matrimonios, fiestas religiosas y no religiosas, nacimiento,
crecimiento, celebraciones de cumpleaños y logros de todos y de cada uno de sus
miembros. Mostraba las fotos, y nos
hacía partícipes de las fiestas y preocupaciones, de los retos y desafíos de cada
miembro de la familia.
La pertenencia y experiencia
de familia de origen, de ser hija y hermana muy querida, la proyectaba en una
postura de confianza, aceptación y paz de lo que en la vida viera como voluntad
de Dios. Esta experiencia familiar le dio facilidad para sentirse y vivirse
como hija del Padre Dios. A Él se acogía y a María, la Madre Buena, a quien
tenía muy presente en su vida, preocupándose por darla a conocer a todas las
personas que se relacionaban con ella.
No solo era hija, sino
Hija de Jesús auténtica, centrada en la identidad y pertenencia a la Congregación
de las Hijas de Jesús a quien siempre amó. Permanecía siempre atenta a las
comunicaciones que llegaban de los diferentes lugares del mundo y, cuando tuvo
permiso para cuidar de sus padres, siempre se hacía presente en las actividades
congregacionales y hacía partícipe a su familia de la vida de la Congregación.
Ella hizo que su familia fuera nuestra familia y que lo sea para siempre.
De María Elena podemos
decir con gran certeza que fue mujer de fe, no claudicaba en la dificultad, de gran
fortaleza y serenidad ante las dificultades y, como Jesús, a quien siguió con
fidelidad, pasó por la vida haciendo el bien. Los testimonios que nos llegan en
estos momentos, de tantas personas que la conocieron, son fuente de gran
confianza, fortaleza y acción de gracias a Dios, por todo lo que hizo en María
Elena y, a través de ella, el bien que se desplegó en tantas personas y
situaciones construyendo del Reino de Dios y haciendo un mundo más fraterno.
En definitiva, toda su familia, tanto Congregacional como de sangre, estamos sumamente agradecidos y con mucha serenidad, porque Dios nos regaló esta hermana de gran corazón, lleno de tanta bondad, cercanía, sencillez y sensibilidad ante cualquier necesidad humana. Sentimos que desde donde se encuentra, en este momento, seguirá intercediendo por todos y todas, en especial por nuevas vocaciones para la Iglesia y para la Congregación.
Comunidad de las Hijas de Jesús Región de Caribe
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