Esto supone que alternamos los tiempos de reflexión personal con los de asambleas; por suerte también cambiamos de lugar, pasamos del salón de sesiones a la sala de audivisuales y podemos disfrutar de la palabra y de los medios tecnológicos que nos aconpañan.
Por la tarde hemos tenido tiempo amplio para seguir leyendo datos y reflexionando: ¿qué veo? ¿qué descubro? ¿por dónde está pasando la vida de la congregación? ¿dónde aparecen sus luces y sus sombras? … un montón de cuestionamientos que vienen de la vida y quieren devolver más vida, con realismo, con los datos de quiénes somos y cómo estamos, pero también con el futuro abierto a la esperanza: que el número no determine la calidad de vida evangélica, que las edades no condicionen seguir acudiendo a las fronteras, allí donde el Señor nos invita siempre como a Cándida María de Jesús, hasta el final del mundo …
El equipo de liturgia nos ambientó muy bien la eucaristía y al final de la tarde un rato de oración en la capilla, llevando ante el Señor las realidades necesitadas de nuestro mundo, iluminadas con la Palabra: “he venido para que tengan vida y vida abundante; yo soy el Buen Pastor que da la vida por sus ovejas”…
¡Muchas gracias!
Continuaremos …
Continuaremos …
Lee, Sonia y María Luisa
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