miércoles, 10 de abril de 2013

Carta de DOLORES ALEIXANDRE al PAPA FRANCISCO

Hermano Francisco: Nunca pensé que me dirigiría así a un papa, pero como en tu saludo inicial no nos llamaste “hijos e hijas”, sino “hermanos y hermanas”, siento que tengo permiso para hacerlo. Y me sale también un tú, aunque llenísimo de respeto, porque no me imagino llamando de usted a un hermano de verdad, y el vos argentino no me va a salir.
En el diario La Nación del 14 de marzo, he leído que tu elección “ha resultado balsámica”, y me ha parecido un adjetivo perfecto para calificar lo que nos está pasando desde que nos saludaste desde el balcón, con aquel tono en el que se mezclaban la timidez y la confianza.
Primer efecto balsámico: te vemos distendido y hasta bromista (¡qué maravilla, un papa con sentido del humor…!), sin dar en ningún momento la impresión de estar abrumado por el peso de esa responsabilidad agobiante y desmesurada que los papas se han ido echando sobre los hombros, como si les tocara a ellos solos encargarse de toda la Iglesia universal. Como si no existieran los otros pastores, como si el Pueblo de Dios fuera un fardo con el que cargar y no una comunidad de hombres y mujeres capaces de iniciativa y con deseos de participar y de colaborar, como soñamos con el Concilio.

No hay comentarios:

Publicar un comentario