lunes, 11 de febrero de 2013

SE VA EL BARRENDERO de DIOS

Llegó autodefiniéndose como el "humilde trabajador de la viña del Señor". Y con la misma humildad se va. Sin hacer ruido, pero con un gesto histórico que abre un antes y un después en el pontificado de la Iglesia católica. Y se va con la cabeza bien alta por el deber cumplido. Tanto en lo doctrinal como en los disciplinar. Se va el Papa de lo esencial, el Papa que trató de armonizar la razón y la fe. Y se va el barrendero de Dios, tras limpiar la Iglesia de la lacra de la pederastia y de las manzanas podridas del clero. Y, tras intentar hacer lo mismo, en el ámbito financiero con el IOR, el banco del Vaticano.
Si muy pocos lo veían como Papa, por su imagen de "cancerbero de Dios", martillo de teólogos herejes y guardián de la ortodoxia, muy pocos, o quizás nadie, podía prever un gesto revolucionario como el suyo. Es verdad que la renuncia papal como posibilidad se venía mascando desde hace unos años. Dicen que Pablo VI la tenía escrita, al igual que Juan Pablo II, pero ni uno ni otro la activaron.
Por José Manuel Vidal

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