sábado, 12 de enero de 2013

Haití, tres años de pasos lentos


Aquel 12 de enero de 2010 muchos pensaron que había llegado el fin del mundo. Durante unos segundos imperó la oscuridad. Coinciden los supervivientes en destacar que después simplemente apareció el infierno. Polvo, gritos, sangre, heridos y cadáveres por todas partes. Con el paso de los días, la destrucción de un país quedó resumida en cifras. Aquí, sólo una muestra de ellas: cerca de 300.000 fallecidos, casi el mismo número de heridos y un millón y medio de personas sin hogar.
Tres años después, los números continúan siendo poco alentadores, aunque ya no se hable de víctimas mortales. Al país sólo ha llegado el 56% de la ayuda prometida por la comunidad internacional (unos 3.600 millones de euros). Más de 355.000 personas continúan viviendo en campamentos de desplazados en condiciones indignas. El 54% de la población se enfrenta a la pobreza extrema. Y aunque no todas estas miserias se cuajaron el día del seísmo -ya llovía sobre mojado en el país más pobre de América- sí se vino abajo la infraestructura que hubiera permitido dar un paso hacia delante.
Con la idea de levantar un país que en realidad nunca estuvo de pie, la reconstrucción se convirtió en el objetivo principal de todos. Para las Misiones Salesianas en Haití, como para otras muchas congregaciones y organizaciones que llevaban años trabajando en el país, el terremoto "se convirtió en un punto de inflexión que marcó un nuevo comienzo", explica el padre Lephene en el documental 'Haití, el despertar'. Todos los esfuerzos debían canalizarse desde ese momento a la reconstrucción. "Ahora hay que aprovechar no sólo para reconstruir paredes sino también la mentalidad del haitiano, la persona", subraya Lephene.

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