domingo, 7 de abril de 2024

"Allá en El Valle"

 

Experiencia de misión, Semana Santa 2024
“ENCIÉNDEME: Para ser Testigo de tu Amor”


María Esther Comprés, Santiago de los Caballeros


Ser misionera ha  sido una experiencia de reencuentro con el verdadero propósito de mi vida. Ha sido un volver a los brazos de Jesús, un recordatorio de que esas palmas agujereadas del Cristo crucificado extienden su amor hacia mí y me piden compartir su profundo cariño con la humanidad que me rodea, el ambiente que me contiene, la vida que me sobrepasa. 
Al llegar a la comunidad de El Valle, tenía yo presente en mi mente y en mi corazón, una petición muy precisa y meditada, la cual hice oración: hazme sentir, Señor, hermana del otro. Que no vea yo sus sufrimientos y necesidades desde afuera; hazme parte ¡Oh, Cristo! de la precariedad y de la miseria; y así mismo, llévame a sonreír con ellos, que adopte yo su esperanza y me transformen sus ojos y mirada cálida. 
Que contemple yo aquellos estómagos alzados por la desnutrición, los pies cargados de cansancio de cansancio, los brazos desnudos en medio del frío, esas casas carentes de todo sustento y esas preciosas almas que buscan tu consuelo.
Deseo dejar en aquel sitio todo orgullo, vanidad y prepotencia que alguna vez he tenido o sentido. Y en su lugar, tomo la más sincera humildad y conciencia. Me llevo el recuerdo de todas esas caras morenas agotadas, la memoria de aquellas jubilosas y maltratadas infancias, y, sobre todo, conservo en mi espíritu el ardiente deseo de seguir buscándote a ti, Jesús.
Vienen a mi mente las palabras de Santa Teresa de Calcuta:
Señor, cuando tenga hambre, dame alguien que necesite comida;
Cuando tenga sed, dame alguien que necesite agua;
Cuando sienta frío, dame alguien que necesite calor.
Cuando sufra, dame alguien que necesita consuelo;
Cuando mi cruz parezca pesada, déjame compartir la cruz del otro;
Cuando me vea pobre, pon a mi lado algún necesitado.
Cuando no tenga tiempo, dame alguien que necesite de mis minutos;
Cuando sufra humillación, dame ocasión para elogiar a alguien;
Cuando esté desanimado, dame alguien para darle nuevos ánimos.
Cuando quiera que los otros me comprendan, dame alguien que necesite de mi
comprensión;
Cuando sienta necesidad de que cuiden de mí, dame alguien a quien pueda
atender;
Cuando piense en mí mismo, vuelve mi atención hacia otra persona.
Haznos dignos, Señor, de servir a nuestros hermanos;
Dales, a través de nuestras manos, no sólo el pan de cada día, también nuestro
amor misericordioso, imagen del tuyo.




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