jueves, 21 de abril de 2022

En todo amar y servir

Esta semana santa 2022, decidí salir de mi zona de confort, y compartir la vida con quiénes más lo necesitan. Niños y niñas a los que se les ha quitado el derecho de serlo. Conocí la triste realidad que arropa la comunidad del Valle, pero principalmente la comunidad de la Trompeta en la frontera con Haití, vi niveles de pobreza y abandono inimaginables, en donde lo más básico como un centro de primeros auxilios les queda a cientos de kilómetros, un recurso indispensable como el agua a dos horas de camino y la comida es un lujo que solo aparece en ocasiones. 

Por mi cabeza solo pasaba, ¿Cómo pueden vivir?, pues no tienen NADA, ni siquiera lo más básico, lo que se supone que todos debemos de tener sin importar.  A pesar de literalmente no tener nada material, tiene vida, alegría, cercanía y mucha acogida; es hermoso ver como la comunidad nos recibía sin conocernos llenos de alegría y mucha amenidad, los niños reían y se emocionaba con tan solo una canción. ¡Cuantas sonrisas me llevó en el alma!. ¡Son felices con nada!.  

Me fui con el corazón arrugado pensando en esos niños sin nombre pero con rostros, que día a día tienen la tremenda tarea de sobrevivir; pero me llevo la conformidad de poder haberles dado unos minutos de alegría con tan solo un baile o una canción, me voy con sus sonrisas y su inocente mirada.

Me llevo una gran lesión de vida, de valorar todo lo que tengo, mi familia, mi hogar, mis amigos, la dicha de poder estudiar, de tener centros de salud cerca y aun más el privilegio de haber vivido una niñez llena de risas y momentos felices. Soy llamada a cuidar y valorar todo lo que me rodea y a siempre pensar en esos niños antes de cometer un acto de egoísmo.

Sin lugar a dudas es una experiencia única que todos deberíamos vivir, conocer la realidad que está tan cerca de nosotros.

Escrito por FRANCHESCA BURGOS JIMENEZ



No hay comentarios:

Publicar un comentario