La Purísima Virgen nos cubra con su manto
Mi muy amados hermanos/as.
Que la gracia y la ternura de Dios llene de
sabiduría sus corazones.
¡Cuánto me he alegrado
al verles en estos días, tan comprometidos y responsables en esta jornada de
capacitación, buscando juntos métodos y
estrategias para más y mejor contribuir en la formación de los niños y jóvenes.
Bendito sea Dios por todos.
Es difícil condensar
en una palabra todo lo que llevo dentro y decirles a todos.
¡Cómo me gustaría
saber que todos ustedes conocen y aman a Jesús y le siguen muy de cerca!
Siempre he deseado que todos ustedes conozcan a Dios como Padre y se sintieran
de verdad sus hijos y así hermanos y hermanas unos de otros.
Pido a Dios que todos
se sientan miembro de esta gran familia. Siempre desee también tener un corazón
y generoso con todos, especialmente con los más necesitados. Ustedes tienen hoy
cerca, personas que sufren, que carecen de salud, condiciones dignas, carecen
de fe, les pido desde el corazón y por Jesús que se comprometan con ellos!
La misión que hoy
compartimos, educar al estilo de Jesús, no es nada fácil, pero no se desanimen
que la obra no es de ustedes es de Dios. Confíen siempre y dejen todo en las
manos de tan buen PADRE. No dejen que
los problemas, las dificultades de la vida te alejen de Jesús. Él te ama
siempre y nunca deja de sostenerte.
Que María, que siempre fue estrella de mis caminos
o sea también de ustedes. Ella les conducirá, como a mí, hacia Cristo, por las
sendas de la entrega generosa, de la justicia, del amor, de la fraternidad, por
los caminos de la disponibilidad.
Que ella les cubra ahora y siempre con su manto.
Cándida
María de Jesús.
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