¿Es posible ser positivo ante un drama como el hambre? A pesar de los horrores de esta lacra, yo diría que sí. No se trata de ignorarla o de frivolizar con su magnitud, sino de entender que existe una salida. Que hay miles y miles de personas en el mundo que consiguen prosperar y dejar ese hoyo de desesperación que te impide llegar a nada como ser humano. Que nada es peor que la resignación. Y que a veces, con un poco (muy poco) de solidaridad, se consiguen cambiar vidas que, a su vez, cambian otras vidas.
En mi reciente viaje a uno de los países más pobres del planeta, Burkina Faso, pude conocer a cuatro personas que pueden servir de ejemplo al respecto. La vida de todas ellas está relacionada con la agricultura, cosa poco sorprendente si tenemos en cuenta que, paradojas de este incomprensible mundo, la mayoría de la gente que sufre el hambre se dedica al cultivo de alimentos. Y hay más cosas que les unen. Directa o indirectamente, los cuatro han mejorado sus condiciones de vida con el apoyo de una ONG que lucha contra la pobreza, Oxfam Intermón. Pero sobre todo lo han logrado gracias a su esfuerzo y a su capacidad para formarse, unirse y obtener unos rendimientos económicos justos de su trabajo.
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