El talante cardenalicio ha cambiado. Basta conversar con el nuevo cardenal colombiano, Rubén Salazar Gómez,
arzobispo de Bogotá y presidente del Episcopado del país, para darse
cuenta de que los tiempos del rojo principesco quedaron atrás y de que
hoy predominan la sencillez y entrega del pastor.
Creado cardenal en el consistorio del 24 de noviembre, afirma que “hay más conciencia de que el cardenalato no es tanto una dignidad sino una nueva responsabilidad.
- ¿Qué tiene que cambiar en la Iglesia tras el Sínodo sobre la Nueva Evangelización?
- Hemos tomado conciencia de que el Evangelio tiene que ser propuesto de manera diferente
a lo que se venía haciendo, porque nuestros interlocutores en el
anuncio del mismo han cambiado. El mundo ha cambiado rapidísima y
radicalmente. En Aparecida ya se habló de un “cambio de época”. Hay
cambios profundos en el campo cultural, antropológico… Entonces, si el
Evangelio debe resonar en los oídos de las personas que viven estos
cambios profundos, tiene que hacerlo, como ya dijo Juan Pablo II, con una nueva expresión, y tiene que proponerse con nuevos métodos.
La Iglesia no puede seguir pretendiendo que la evangelización tenga
las mismas características, las mismas formas y los mismos contenidos
que hace cincuenta o cien años. Ya el Vaticano II proporcionó un cambio
total de perspectiva en la comprensión de la Iglesia y del contenido del
Evangelio, en cuanto dirigido al hombre contemporáneo. Cincuenta años
después del Concilio se impone que nosotros, de nuevo, tomemos
conciencia de que en este tiempo el mundo ha cambiado enormemente y, por
lo tanto, tenemos que hacer un esfuerzo muy grande por adaptar todas las estructuras de la evangelización en diálogo con el hombre contemporáneo.
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