domingo, 29 de octubre de 2017

DESCUBRIR A DIOS!

Lo mejor de emprender un camino es la aventura que figura, la incertidumbre de lo que está por venir y la certeza de que saldrás cambiada tras el andar. Dios es creativísimo a la hora de comunicarse con sus hijos y conmigo no ha sido excepción. Para mí, el tiempo que llevo de búsqueda ha sido una constante oportunidad de encontrar a Dios en los altibajos del camino.

El encuentro del pasado fin de semana tuvo mucho significado en el rumbo por el que hoy apuesto.  Tras estar lejos por meses e incomunicada por semanas tras el paso del huracán María por mi país, me acercaba a esta experiencia con muchos deseos de reconectar: 

Reconectar conmigo misma, con los deseos que Dios ha ido ahondando en mí, con las hermanas, con los espacios y las demás compañeras que comparten el proceso. 


No lo puedo negar: llegar a este encuentro supo a llegar a hogar.  Y con eso, les dejo unos breves versos que nacieron como resumen del camino andado, culminando con lo vivido en el Encuentro.  Hoy vivo una gratitud paciente, en movimiento, pero sin adelantarme, sostenida por hondos deseos de seguir yendo tras las huellas de Jesús en mi vida. Espero entre paz y ansias al porvenir.

Descubrir a Dios

en la furia de emoción
cuando lo duro no pesa,
mas te lanza hacia el futuro,
hacia una incertidumbre llena de Promesa,
nada es obstáculo
y todo te habla del Amor

en el mirar un rostro hermano
y, al conmoverme por su humanidad,
descubrirte tan real en su piel
que no quiero más que amarle
como tú le amas
hasta el extremo

en el silencio de la intimidad
cuando mil palabras no alcanzan a describir
la comunión cierta y densa
entre Creador y Criatura
inefable, tierna, eterna

en la espera árida de su calor
cuando la tormenta de viento
te ha extraviado de donde un día te hallaste,
cuando crees que solo retrocediendo
podrás abrazártele de nuevo

en el seguir andando a la intemperie
con frío en la espalda y una chispa
amainando en el horizonte,
pero con la certeza que no existe
primavera sin invierno
ni invierno sin primavera

en arribar fría, agotada, a una puerta,
que abre a un espacio


de novedad y nostalgia,
que huele a familia y hogar,
calidez y acogida,
a fraternidad, a Ti.

en despedirte con un “hasta luego”
renovado, agradecido,
con el corazón entre la paz
de saber que hoy has llegado
y las ansias de saber mañana, 
que está, en su Promesa, por llegar. 
Adriana Sepúlveda, Puerto Rico

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