lunes, 5 de mayo de 2014

UN DÍA CUALQUIERA EN EL VALLE DE ELIAS PIÑA.


Te levantas con los gallos de alarma, abres ventanas, aunque haga un poco de frío las abre para que entre la poquita claridad del amanecer. 

- Buenos días, Isabel. 
La hermana Isabel ya tiene el desayuno preparado. Mientras tomas el café recién hecho, escuchas que van llegando los niños, algunas niñas limpias con sus moños bien peinados, otros niños buscando su agua para bañarse. Piensas, no puede ser cierto. No puede ser cierto que tan pronto estén aquí y que un día más… no haya agua en la comunidad. La misma taza del café sirve para el lavado de dientes. 

- Yomarys, buenos días.  Ella, sin desayunar tiene tal actividad como si fueran las doce de la mañana. Con su tono de voz alta, aparentemente enfadada, pero con mucha pena por dentro…  - Lo siento mucho, mis hijos, no hay agua, y el poco agua que hay es para la escuela.

¡Vengan a por los galones (garrafas-botellas)  para subir a la escuela!
Agua que el día anterior fue cogida en la pileta de la casa con un cubo y una soga por Laura y los muchachos que siempre están dispuestos a colaborar. Agua que es para que se pueda cocinar y beber en la escuela.  Después del desayuno y aseo, es hora de ir a la escuela de arriba o a la capilla. En los dos sitios se dan clases. Te preguntas, cómo se portaran hoy, quiénes faltarán… Es martes, del grupo de los pequeños vendrán más que los mayores, éstos irán al mercado de Totoi…, ah no, es viernes, seguro que vienen muy pocos, mercado de Elías Piña, final de semana es sinónimo de ropa sucia por falta de agua… 

Mientras esperas a que vengan, ves pasar un camión, el de la compañía de aguacates, mujeres con bultos en sus cabezas van a algún mercado, hombres con sus machetes en la cintura se dirigen a trabajar en su conuco (terreno)  8.30, hora de empezar, esté quien esté. En la oración damos a gracias a Papá Dios por la poquita agua que cayó, que nos sirve para lavar ropa o bañarnos, por la escuela, por las maestras, por el día que está bonito y por el sol que nos calienta. Pedimos que nos ayude a aprender, a no pelearnos ni a subirnos a la matica (árbol). También pedimos a Mamá María por nuestra familia, hermanitos y para que haya agua en la comunidad. Cantamos el himno, que lo cantamos sin tresillo, a la vez que subimos la bandera en una matica (árbol) de mango. Intentamos entrar en clase como las personas. Todos quieren entrar corriendo.
- ¿Qué día es hoy?
- Martes
- Mm... No, ¡domingo!
- ¡¡Miércoles!!

Aunque sepamos cómo se llaman los días de la semana, no sabemos el orden ni en qué día vivimos. En ello estamos…  
- ¿Mañana hay clases? Pregunta alguno con cara de penilla. 
Aprendemos las letras, con ritmillo aprendemos que la m con la a dice ma, la s con la a, sa…ayer, antes de ayer y desde hace días estamos viendo lo mismo y no entiendes cómo no pueden retener tan poco.
- Marta, me duele la barriga…
- ¿Cenaste anoche?... ¿Has desayunado?... 

Igual esto puede ser parte de la causa de que no aprendan como se espera, la desnutrición y mal nutrición. 
- Cecilia, estate quieta…  
Aunque por dentro me pregunto, cómo va a estar quieta y prestar atención si nunca ha tenido una disciplina, rutina en una escuela… 
- ¡Queremos escribir!
No son constantes, y al igual que Cecilia, no pueden prestar mucha atención. Cada cual con su mascota, (cuaderno), alguno con su lápiz roído. Manuelina, cogiendo el lápiz como un machete, apuntando a la de al lado…
- Me está buscando chisme…
- No, ¡fuiste tú primero!
Deseando salir al recreo. No hasta que no acaben la tarea, hay que esforzarse un chin (poco) mas. Todos quieren un juguete de cocinita, un carrito, aro, pelota… Juegan unos con otros, otros discuten porque yo lo cogí primero. Viene Emilio desde la escuela de arriba con el chocolate calentito, señal de que sí han ido madres a cocinar, por lo tanto, hay comida en laescuela. 

- ¡Los muchachos, una fila! Gritan ellos mismos. 
Servimos el chocolate y directos van a coger una hojita a la matica (árbol)  para utilizarla como cucharilla. Aunque les llames la atención, la cogerán. Entramos un chin (poco) más a clase, más revueltos que a primera hora. Acabamos la tarea que no dio tiempo o pintamos un dibujo en el que podamos identificar los colores, pues no todos saben identificarlos. A las 12.30 subimos a la escuela para comer. Todos quieren coger tu mano. 
- Yefri, Juan Carlos, no os peléis, podemos ir todos de la mano… 
- ¡¡¡Voy en busca de un leeeón!!!  ¡¡Cogeré el más grande!!...Cantamos mientras  andamos.  

Única, una niña de no más de 11 años, está asomada al camino cargando a su hermana Ana Gabriela. Llegamos a la escuela. 
- ¿Cómo está, doña? Saludo a la madre que hoy le toca cocinar.
- “Tamos” bien... Le falta un chin al arroz.
- Vale, voy preparando el agua para fregar. 
Sigue sin salir agua del grifo, pero suerte que tenemos reserva de agua en cubos de pintura. 
- Marta, ¿cuántos hay? Me pregunta Alberto.
- 33, y aquí los mayores 44. 

Siempre ronda algún muchacho del turno de la tarde, entonces no son 77 platos a servir, sino 78,79… Cada cual coge su plato de arroz, como cualquier día. El suelo vale de silla y mesa mientras te quema el sol. Te indignas al pensar cuántas veces han prometido una carpa y ninguna autoridad competente lo lleva a cabo. Una pareja del grupo de los mayores friega los platos, los pequeños las cucharas. Todos quieren comer el concón. Hasta yo. Las madres que han cocinado, friegan el gran caldero. Llegamos a la casa para comer nosotras y ¡ya están los muchachos ahí!
- Está muy bueno, Yomy.
- Atrévete a decir lo contrario. Alberto, come pepino, tiene insulina. No puede sobrar comida. 
Y si sobra, se la damos a los muchachos de la tarde que están por ahí. 
- ¿Quién viene? 
Parece que es una visita del Distrito de Educación. Te preguntas, a qué vendrán, últimamente vienen más…  
- Pasen, pasen. Siéntense. Sírvanse arroz….
- ¿Qué tal, cómo están los muchachos? ¿Cuántos hay? ¿Qué nivel tienen? ¿En qué podemos ayudarles…?
- Ay… no puede ser… no podemos permitir que estén sin agua, sin ropa, sin una pizarra  en condiciones, ay noo…
- Sí, ahora es cuando están teniendo algo, se están alfabetizando… mínimo 13 años un
profesor nombrado y compruebe usted mismo como está la comunidad…

Los responsables durante años han sido todos, y ahora parece ser que se lamentan. Cuando se van, te preguntas si es cierto que harán todo lo prometido. 
En la comida también aprovechamos para contar alguna anécdota o vivencia de la mañana.
- Verdaderamente, Ifrágido tiene la enfermedad de leer, no para… Y Emilio, no deja de fuñir (molestar) a los demás… yo le voy a soltar en banda… 
- Hoy, visitando a las familias, Arbelina me llevó a casa de un niño con el pelo rubio,
rubio, hinchado, hinchado, las manos, piernas…  es debido por la desnutrición. Me
impresionó mucho.  Cuenta Isabel. 
- ¿Quién quiere café?

Y con la comida en la garganta, Laura prepara el café. Hoy está ilusionada porque le han traído café en un bote. Laura, Nicol, como le llamamos, con su café y cigarro está menos estresada, más tranquila. Intentas dormir un poco pero con la bulla de los muchachos afuera, difícil. 

Son las 14.00, sin apenas descansado nos vamos a la capilla o a la escuela a dar clase al turno de la tarde. El grupo de la tarde de la Capilla son menos y tienen más nivel que los pequeños  que van por la mañana. Marinita y Yani siempre llegan las primeras. Rafael viene desde Rosas las Piedras. Eliseo con su sonrisa temes cómo se portara hoy. Y así, van llegando todos con su ilusión y ganas de aprender. 
- ¿Que habéis hecho por la mañana?
- Fregar, trapear, mudar animales, buscar agua, leña…
Tienen vida de personas adultas. La escuela es el único momento donde tienen derecho a la infancia. Al igual que con el grupo de la mañana, hacemos una oración dando gracias a Papá Dios y a Mamá María. 
- ¿Qué queréis hacer hoy? ¿Español o matemáticas?

A todos les ilusiona leer palabras que conocen sus letras, no así hacer restas. Ángela se enfada cuando algo le sale mal. Yohansel tiene mucho deseo de aprender pero le resulta difícil adquirir y retener conocimientos. Arbelina puede esforzarse más. Tony destaca entre ellos. Raulín y Yeison acaban de llegar,  vienen desde Plan Café. 
- Vale, entrar, pero tenéis que llegar más pronto. 
En el recreo, también jugamos y tomamos la merienda. Un vaso de leche y un pan. Si se sobra leche, repetimos. A las 17.00 cada cual a su casa. 
- Ve a tu casa, a buscar el agua, que al final se te hace de noche…

Ves a los del grupo de la mañana con ropa sucia y rota. Al principio te cuesta reconocer que ese muchacho es el mismo que el que iba a la escuela por la mañana con ropa limpia. Ahora después de clase vienen las personas adultas a alfabetizarse, más mujeres que hombres. Dos grupos, uno en la escuela de arriba, otro en la capilla, y la misma ilusión que tienen sus hijos de aprender, tienen ellas. Algunas no saben coger el lápiz, otras identifican alguna letra, y los hombres saben un poco más que las mujeres. Nos ponemos cerca de las ventanas y puerta.
Anochece pronto y no hay luz. Antes de que empezáramos el proyecto de la alfabetización, algún día ibas a visitar a alguna familia.
- ¿Donde vive Luis Alfredo?
- Ahí mismo
Y te das cuenta que tu concepto de ahí mismo no es el mismo que el del muchacho que te acompaña. 
- ¡¡ Saluuudoos Doña!!  ¿Cómo está? 
Con una sonrisa te reciben y te ofrecen una silla de madera para que te sientes. El bebé de la casa, como su madre le trajo al mundo, anda por ahí, asustado o llorando al verte.
- No tengo nada para brindarte...
- No, no, no se preocupe… ¿Qué tal las habichuelas y los guandules?
- Ahí van…
- ¿Y su marido?... 

Y así, mantenemos una conversación, y te das cuenta de lo difícil y dura que es la vida para las personas de la comunidad… Ahora, con la alfabetización, después de estar una hora y media con las personas adultas, vamos a la casa. Siguen los muchachos por allí. Algunos y algunas paradas con sus galones,  otros ayudando a coger agua, otros simplemente están. En ese momento alguno aprovecha para contarte algo. 
- Hoy cogí café.
- ¿Y cuanto te dieron?
- 50 pesos.
- Mañana no voy a la escuela.
- ¿Por qué?
- Porque no hay agua y no tengo zapatos… 

Entrada la noche, cada uno va a su casa, corriendo, porque creen en supersticiones y tienen miedo. 
- ¡¡Me fui!! ¡¡Hasta mañana!!
Y veloces, marchan a sus casas. Al quedarse todo en silencio se escucha música de fondo. Es Fernelys con su radio que está siempre escuchando música. 
A la luz de una lámpara de gas y entre risas, porque Alberto siempre hace alguna gracia a Laura, cenamos.  
- Mira que sois malos… 
- Eh no, sois no, es… que yo ahora no he dicho nada. 
Algunas noches dormimos pronto. Bueno en verdad, yo soy la que duermo pronto. Otras  noches jugamos al Rummy, juego de mesa no pensado para lugares sin luz pero muy explotado en el Valle. Yomarys cuando tiene buenas fichas, puede “desguanñigar” el juego y canta la canción de la feria de San Andrés. Laura tiene como objetivo quedarse con el comodín. Y Encarna se queda dormida. 

- Hasta mañana, que descanses.
Y así, puede ser cualquier día en el Valle,  pero cada día tiene algo diferente. Más esperanzador, más agotador, incomprensión, satisfecho, frustrante… pero todos los días son especiales, pues cada día que pasa, descubres y aprendes algo nuevo de la pobreza que allí se respira, y cada día que pasa la Comunidad del Valle de Elías Piña se desarrolla gota a gota. 

Ahora ya estoy en España, aunque algún kg y la mente está en el Valle, después de cinco meses y medio cargado de trabajo y emociones viviendo esta experiencia tan intensa, favorecedora para mi persona y  muy satisfecha de haber colaborado en esta comunidad.   He conocido muchas personas y situaciones, de todas he aprendido y de todas me llevo algo, no solo de las personas del Valle, sino también de todas las hermanas de la República Dominicana con las que he compartido momentos, pero sobre todo de mi Comunidad, la Extensión Apostólica, tanto de las hermanas como de las personas voluntarias que han pasado por allí. Muchísimas gracias a todas ellas y por supuesto a FASFI  por haberme dado la gran oportunidad de haber podido vivir la experiencia de mi vida. 

MESI AMPIL



Marta, voluntaria FASFI


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