viernes, 16 de noviembre de 2012

EXPERIENCIA de MISIÓN de CLARA, DIANA y CRISTINA


Numerosos jóvenes aprovechan el periodo vacacional para entregarse más a los demás, embarcándose en proyectos de animación y colaboración misionera, en los países más empobrecidos de la tierra. Este es el caso de Clara Mateos, Diana García y Cristina García, tres jóvenes de Salamanca (España), que han participado este verano en un proyecto educativo en el Valle de Elías Piña, promovido desde la Fundación “Ayuda Solidaria Hijas de Jesús” (FASFI). Para Clara y Diana éste es el  segundo año que colaboran en esta misión. Recogemos el testimonio de Cristina y de Diana publicado en FASFI.

1. ¿Cuándo surgió vuestra inquietud misionera y qué fue lo que os lanzó a embarcaros en este proyecto en la República Dominicana?
Diana:
He sido voluntaria en distintos sitios: en Puente Ladrillo, en la Asociación Juvenil Prodesi, en Unicef y ahora en FASFI, la Fundación “Ayuda solidaria Hijas de Jesús”. Desde siempre he sentido que si podía hacer algo por los demás ¿por qué no iba a hacerlo? Al principio fue con las realidades más cercanas, y después veía que necesitaba conocer qué más pasaba en el mundo porque eso podía ayudarme en mi vida aquí de alguna manera.
Cristina: Mi inquietud misionera surgió cuando era pequeña y veía a gente de mi parroquia que volvía de misiones y nos contaba su experiencia, ya en ese momento yo pensaba “tengo que hacer esto algún día”. Con la onegé FASFI, de las Hijas de Jesús, he tenido la oportunidad de hacerlo realidad. Tenía claro qué iba a vivir, no simplemente a realizar una labor, sino a exprimir cada momento, a convivir, a ayudar en lo que pudiera y a arrancar sonrisas.

2. ¿Habéis recibido formación de algún tipo?
Cristina: FASFI nos dio una formación continua el año antes mediante reuniones presenciales y vía correo electrónico.

3. ¿Cuál ha sido vuestra labor allí?
Diana: Nuestra labor allí se ha centrado en la alfabetización de niños, jóvenes y adultos. El año pasado colaboramos también en la construcción de varias casas y este año hemos acompañado a la Asociación de Mujeres, apoyándolas en su lucha por la consecución de unas condiciones básicas de salud, educación, higiene e infraestructuras en la zona.
Cristina: Nos hemos encontrado con un porcentaje muy alto de analfabetismo y el nivel subía en la población adulta.
Enseñábamos a leer, escribir, sumar o restar; es una labor que no hemos acabado, por supuesto. La formación que recibían tiene continuidad.

4. ¿Qué recordáis de vuestra llegada a la misión? ¿Cuáles fueron los principales desafíos?
Diana:
Recuerdo que al llegar, la acogida fue muy buena; en primer lugar, por las Hijas de Jesús que se encuentran en el país y después, ya en el Valle de Elías Piña, por la cercanía de los niños de la zona. El principal desafío es aceptar la diferencia en las condiciones de vida. Parece increíble la preocupación que tenemos aquí por muchas cosas en el día a día, que allí se convierten en algo insignificante.
Cristina: Comparto esa primera imagen, al llegar a la casa donde nos alojábamos multitud de gente, niños en su mayoría, vineron a saludarnos. Fue un recibimiento acogedor y caluroso. Éramos extraños pero no paraban las sonrisas, las palabras, las presentaciones y las preguntas. Los primeros días de clase se acercaban muchísimos niños y algunos mayores, con multitud de niveles y con poco espacio para atenderles. Hubo que organizarse bien para atender todas las necesidades.

Cristina junto a tres niños dominicanos.

5. ¿Cuál ha sido la experiencia más significativa que habéis compartido?
Cristina: Hay muchas experiencias que se pueden contar. Los pequeños momentos, los gestos de la gente, las conversaciones y confidencias, las sonrisas, los juegos… todos esos momentos en los que haces felices a los demás, les haces sentirse importantes, y en los que ellos a ti te enseñan y te llenan, como ver que una joven madre de tres niños aprende poco a poco a escribir su nombre.
Diana: El año pasado, una familia me decía que me trajera a su niña a España porque yo la podría cuidar muy  bien, que no pasaba nada porque no volviera. Este año, una niña se quemó una mano y una pierna con una garrafa de gasolina que ardió; los médicos de la zona le hicieron una primera cura y le mandaron para casa diciéndole que fuera al día siguiente al hospital. Durante la curación, la madre no apareció por allí. La llevamos por la noche a su casa y al día siguiente al hospital; ellos no cuentan con medios de transporte. Permaneció ingresada una semana en un hospital con unas condiciones pésimas de higiene y atención.

6. ¿Cuáles son las cualidades necesarias para lanzarse a esta empresa?
Cristina: Hay que ser un poco aventurero, saber que vas a un país muy diferente
al tuyo y con unas condiciones de vida difíciles. Pero algo imprescindible para lanzarse es querer hacer feliz a los demás, querer mejorar un poco el mundo y estar dispuesto a vivir intensamente los momentos que en tu día a día te parecerían insignificantes.
Diana: Además de tener ganas e ilusión por colaborar en un proyecto de desarrollo, es fundamental ser una persona abierta a otras culturas y a la convivencia con los demás.

7. Ya en tierras charras, ¿seguís colaborando de algún modo en el proyecto?
Diana: Seguimos colaborando con FASFI, en la delegación de Salamanca, principalmente en la sensibilización y promoción, dando testimonio de nuestra experiencia y colaborando con el colegio Sagrado Corazón en las actividades que propone para apoyar algún proyecto solidario de esta Fundación.

8. El lema de la campaña del DOMUND de este año es: “Misioneros de la Fe”. A raíz de vuestra experiencia, ¿qué os sugiere?
Diana: La fe es una de las razones que a mí me ha movido para realizar esta experiencia y la Iglesia, por fe, tiene que estar presente, luchando por erradicar las injusticias sociales que existen en el mundo.
Cristina: Nuestra fe, la fe cristiana nos mueve, nos empuja, nos lanza a proyectos. Dedicar un tiempo de nuestra vida a servir y a ‘vivir con’ es el resultado de un empuje desde Dios, desde un sentimiento profundo del amor de Dios hacia nosotros, hacia mí. Esta fe, es la misma fe que tenemos cuando confiamos en que el mundo, algo puede mejorar, algo podemos hacer, algo podemos cambiar; sólo con nuestra presencia, nuestra mirada y nuestro tiempo.



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